lunes, 24 de septiembre de 2007

¿Somos de otra galaxia?




Cuando la mirada va más allá de nuestras fronteras, parecería que estamos viviendo en otra galaxia o que quizás los que están en esa galaxia son nuestros gobernantes.
Vayamos por caso a China, país donde el pragmatismo le ha permitido evolucionar con una sorprendente adaptación a los cambios producidos en la política internacional, pero sin descuidar los principios y valores culturales que le dan una innegable y milenaria identidad.
Miembro de la Organización Mundial del Comercio (OMC), China abre su mercado interno a las inversiones extranjeras y busca simultáneamente nuevos mercados para invertir, la Argentina incluida, con proyectos de viviendas, comunicaciones, transporte y hasta emprendimientos turísticos.
Nuestro país le vende principalmente aceites, pellets, oleaginosas, cuero, petróleo y destilados y le compra máquinas herramientas, maquinaria pesada, textiles, productos electrónicos. Es necesario ahora tener en cuenta que en los últimos tiempos ha aumentado visiblemente el consumo de carne en la población urbana, por lo que deberíamos estar atentos a este consumo antes de que, con el correr de los años, no pueda extrañarnos que China dé un fuerte impulso al objetivo de ser autosuficiente en producción de alimentos.
Si pasamos a la India, con una población 1130 millones de habitantes y un crecimiento anual del 6,5%, nos vemos ante la paradoja de que tiene un tercio de su población debajo de la línea de pobreza pero, al mismo tiempo, una de las comunidades más importantes de científicos en el mundo, mientras sólo el 27% se concentra en grandes ciudades y el resto en áreas rurales, con una importante actividad agrícola. Sin embargo, en áreas urbanas está creciendo una población de consumidores de clase media que demanda cada vez más productos del extranjero. No obstante que la Argentina exporta a ese país aceites, trigo, minerales metalíferos, máquinas mecánicas, ciertos cueros y lácteos y que se ha iniciado un proceso de apertura comercial, la India aún tiene barreras arancelarias altas para algunos productos y barreras extra-arancelarias, en especial fitosanitarias para alimentos, por lo que tendríamos que acentuar nuestras relaciones comerciales para ser proveedores de productos alimenticios, preferentemente con más valor agregado, así como otros elementos de tecnología agraria adaptable a sus necesidades regionales.
Si volvemos entonces a nuestra Argentina, sería lógico pensar que deberíamos estar más que alertas ante la posibilidad de acceder con una fuerte estrategia comercial a estos mercados de notable crecimiento, pero aquí los títulos siguen asombrándonos, aunque las medidas hace tiempo que las estamos sufriendo en carne propia. Se advierte una paralización de los mercados agrícolas porque los nuevos embarques de maíz y trigo están bloqueados desde el mes de marzo, para evitar que la suba de los precios internacionales de los granos impacte en los precios locales de alimentos derivados. El mercado de trigo está paralizado dado que, ante la imposibilidad de registrar exportaciones, se realizan pocas operaciones: en el mercado de maíz sólo se pudieron inscribir 50.000 toneladas de las 1.800.000 que los exportadores ya adquirieron. La ganadería está en crisis por las medidas oficiales de precios y el cierre de las exportaciones. Asimismo, el valor del maíz crece ante la importante demanda por etanol, el trigo sube por las malas condiciones climáticas de países productores, en Gran Bretaña explota un brote de aftosa. Y...¿cómo reacciona el gobierno? Los sectores vinculados a las cadenas agropecuarias hablan de una total indefinición sobre los temas y de silencios sobre políticas de mediano y largo plazo. Se cree que para noviembre la Secretaría de Agricultura algo habrá pensado. En otros despachos surgen chisporroteos respecto del cierre de importaciones de China, pero las voces pronto se acallan.
Mientras tanto, los stocks ganaderos disminuyen, las relaciones comerciales con los tradicionales compradores de nuestra producción se van deteriorando paulatinamente y los productores prefieren sembrar soja y girasol, donde parece que, por el momento, los ojos de Moreno aún no han calado hondo la mirada.(¡Después nos acusan de ser soja maníacos!) Pero además se resiente la necesaria rotación de los cultivos, nos vamos quedando sin hembras, la planificación se hace muy difícil y esto ya es más grave. Aunque un esbozo de sonrisa aflora a los labios cuando escuchamos que el secretario de la SAGPYA, después de cuatro meses del anuncio del subsidio ganadero para pequeños productores, firmó una resolución para distribuir $ 500.000 entre 100 (¡cien!) ganaderos de un total de 80.000 que están en condiciones de cobrar.
Por otro lado la reina Cristina se muestra desinteresada en pasear su figura por el continente asiático, porque parece no avizorar que nuestro comercio va a tener que ir ubicándose por esas latitudes y nuestros vacíos exportadores van siendo cubiertos por otros países como Brasil, Uruguay o Chile.
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